La vez pasada me dijeron que debía dormir temprano y no lo hice. Mis ojos abiertos, labios secos, páginas en blanco de un cuaderno escolar cuadriculado, un lápiz, y por supuesto, el insomnio de todos los sábados estaban presentes. No pude darme cuenta de cómo fue que se prendió el reproductor del mi móvil, pero ahí estaba, Love Song.
Parecía que The Cure estaba conversando conmigo. Me estaba tomando un examen, la evaluación anual –que te perdiste por casi toda tu vida- de tu alma y tu corazón.
Dime cuándo fue la última vez que sonreíste. Dime por qué fue.
Dime la última vez que quisiste llorar de rabia. Dime por qué fue.
Dime por qué no duermes ahora. Dime qué sientes.
¿Te digo qué significa?
No, gracias.
La psiquiatría a la una antes del meridiano parecía planeada, esa parecía ser una cita que alguien había pedido tiempo atrás para mí y estaba esperando que yo sin querer fuera directo a ella. Y nunca quise tener una cita con el psiquiatra The Cure, pero lo prefería así antes que cualquier otro.
Creo saber qué significa, pero tengo miedo. Eso no es bueno.
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